Hoy me pilla el tiempo justo para hacer esta entrada ya que en breves marcho y no volveré hasta las tantas. Cosas de clase, que diversión. Toca contar el momento en que más pardísima se ha liado en una partida. Y con mucho pesar he de decir que no recuerdo muchos... Sólo uno conmigo cómo jugador.
Eramos un grupo bastante disfuncional jugando a Trasgos y Mazmorras. Un elfo mago, un paladín humano, un asesino enano oscuro (servidor) y no recuerdo si alguien más. La cosa es que por ciertas razones teníamos que infiltrarnos en una casa donde según se creía un peligroso culto tenía su base para recuperar un pergamino mágico de gran poder. Yo, cómo jugador, estaba bastante distraido y no tengo perdón por lo mal que llevé la situación. La cosa es que me infiltré (para eso era el asesino) y sorteamos las trampas hasta encontrar un pequeño baúl lleno de extrañas inscripciones. Y no se me ocurrió otra cosa que abrirlo. ¿Resultado?
El baúl, que estaba lleno de guardas mágicas y hechizos protectores que con un detectar magia de lo más tonto se habría visto, activó el pergamino. Un pergamino que básicamente hacía una enorme explosión de fuego. La casa en llamas y mi enano saltando por los aires, sobrevivió por 2 o 3 PG. La mitad de la partida, que había sido infiltración y subterfugio, todo a la mierda. En su momento me enfadé con el máster porque la decisión fue bastante arbitraria, pero pasado el tiempo he visto que es lo mejor que pudo hacer y que así se cortan estas cosas de raíz, además de que me enseñó a no distraerme en las partidas.
Bueno, esta es la entrada de hoy. ¡Mañana cosas para el Reino de la Sombra!
¡Nos leemos!
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