De toda la vida he visto como un buen número de personas piensa en sus partidas como una especie de guiones de novelas (aunque quizás de series de televisión sería una analogía más correcta) donde hay una historia más o menos fija que va a pasar independientemente de las acciones o intereses de los personajes. Esto es evidente en todas las aventuras publicadas (donde hay, literalmente, un guión) pero también en la forma que tienen muchos jugadores y directores de acercarse a las partidas. Esta historia cuenta con unos actores (los jugadores), unos protagonistas (los PJ) y un director (el... vaya, el director de juego, dungeon master o como quieras llamarlo). Y, inevitablemente, estos personajes tienen un pasado. Y ahí es cuando las cosas se ponen un poco... especiales. Sobretodo con según que juegos.
En el mundo del rol hay una cantidad de juegos inmensa. Pero al final es innegable que el rey es el rey y D&D (y muchos juegos que lo imitan en estilo, en sistema o en ambas) marca un poco la pauta sobre como la gente se acerca al rol. O si no mirad de unos años a esta parte: yo no he visto en mi vida tal cantidad de gente 'ajena al mundillo' jugando a rol como de unos años a esta parte. Y no partidas sueltas: campañas y aventuras más largas de las que yo he tenido el placer de jugar o dirigir. Qué diantres, hace un par de días me enteré que una conocida llevaba más de un año dirigiendo D&D de forma constante y jamás le he visto interesarse por estas cosas. Pero bueno, que me lío.
El tema es que en D&D, y en muchos otros juegos, los personajes iniciales, los personajes de nivel 1 (o similar), son gente muy normalita. En la mayoría son jóvenes que van a buscarse la vida, lo cual tiene dos buenos puntos: que no hay mucha necesidad de pensar un trasfondo elaborado y da mucho pie a que los personajes, que aún están algo verdes, acumulen experiencia y mejoren sus habilidades (lo cual da un sentido de crecimiento y evolución muy necesario en la mayoría de juegos de rol). Esto suena muy a D&D pero la mayoría de juegos de aventuras funcionan con paradigmas similares: los personajes iniciales de Runequest/Mythras son buenos en lo suyo, pero distan mucho de ser los mejores: son unos buenos profesionales, a lo sumo. Los personajes iniciales de Vampiro tienden a ser tipos más o menos 'nuevos' en la ciudad y si acaso son algo antiguos carecen de los contactos y la capacidad de mover los hilos que los convierte en algo más que peones de los conflictos urbanos. Los personajes iniciales de L5A son literalmente jóvenes promesas, de normal. En Warhammer los PJ son tipos que han conseguido 'escapar' de la rutina de sus antiguos oficios para vivir en un cruel mundo de aventuras que seguramente se los lleve por delante demasiado jóvenes. Y los personajes Novatos de Savage Worlds son... bueno, lo dice su nombre. Es evidente que muchos otros juegos utilizan paradigmas distintos pero a la hora de la verdad la gran mayoría de juegos de aventuras juega con esta idea: que los personajes iniciales no son nada del otro mundo pero que tendrán la capacidad de serlo. Entonces, si esto es así... ¿por qué muchas veces nos obstinamos en hacer todo lo contrario?
Muchas veces, y sobretodo desde el sector que ve las partidas como una novela (lo comentado al principio) se trabaja mucho por darle a los PJ un trasfondo elaborado que case con la historia que se cuenta. De manera que este trasfondo se pueda utilizar para generar aventuras, tramas personales y momentos especiales centrados en los personajes en cuestión. Incluso para dar giros de guión que descubren pasados ocultos y cosas así. Y esto no está mal (aunque no es para nada lo mío en lo que a jugar partidas se refiere) pero me chirría tremendamente cuando ese personaje de elaborado trasfondo es un mindundi de nivel 1. Este síndrome lo he visto especialmente en la 5ª edición de D&D ya que hay algunos trasfondos de los personajes que desde luego no casan con el nivel 1. El de soldado, por ejemplo, te indica que antes de irte de aventuras habías tenido una historia en el ejército, incluso llegando a tener rangos... Lo cual es raro, ya que un duro veterano no es lo que me viene a la cabeza cuando pienso en un PJ de nivel 1. Pero el tema es que, a mi parecer, estas situaciones extrañas (trasfondos intrincados y extraños para un tipo que literalmente 'acaba de salir del cascarón') surgen por el mal concepto de que los protagonistas de la ficción empiezan el libro/la serie/la película como un personaje de nivel 1. Y que tú, al hacerte tu personaje, haces lo mismo. Y nada más lejos de la realidad. Vamos con dos ejemplos.
Aragorn no es un montaraz de nivel 1 cuando empieza el Señor de los Anillos: es un héroe reconocido en varias regiones del mundo. Es, desde luego, 'un ejemplo deslumbrante de valor y determinación; un auténtico parangón que está por encima de la mayoría de la gente'. Y eso en D&D 5e indica que está mínimo a nivel 11. Kenshiro, en el primer capítulo de El Puño de la Estrella del Norte, no es un monje de nivel 1: de hecho cuando terminó su entrenamiento junto con Shin antes de que todo se liara, seguramente ya tendría un puñado de niveles y los eventos de su vida sólo le hicieron mejorar más y más antes siquiera de que empiece la serie. Y si nos fijamos podemos sacar muchas historias similares de ejemplos de la ficción que nosotros queremos imitar con nuestros personajes iniciales. Pero muchas veces el problema es que en vez de pensar 'vale, ¿como sería este tipo a nivel 1?' directamente decimos 'yo quiero ser como este tipo, pero ahora'. Y eso lleva a extrañas situaciones en la partida, como veteranos que no saben luchar o sabios que no son muy leídos. Y supongo que habrá gente que lo lleve bien pero a mi estas cosas me rompen los esquemas.
En fin, supongo que he dicho todo lo que quería decir. La entrada no tiene más. No hay moraleja. Hasta aquí mi gruñido de hoy. ¿Y a vosotros qué os parece? Espero que, de alguna manera, os haya gustado.
¡Nos leemos!
En el mundo del rol hay una cantidad de juegos inmensa. Pero al final es innegable que el rey es el rey y D&D (y muchos juegos que lo imitan en estilo, en sistema o en ambas) marca un poco la pauta sobre como la gente se acerca al rol. O si no mirad de unos años a esta parte: yo no he visto en mi vida tal cantidad de gente 'ajena al mundillo' jugando a rol como de unos años a esta parte. Y no partidas sueltas: campañas y aventuras más largas de las que yo he tenido el placer de jugar o dirigir. Qué diantres, hace un par de días me enteré que una conocida llevaba más de un año dirigiendo D&D de forma constante y jamás le he visto interesarse por estas cosas. Pero bueno, que me lío.
El tema es que en D&D, y en muchos otros juegos, los personajes iniciales, los personajes de nivel 1 (o similar), son gente muy normalita. En la mayoría son jóvenes que van a buscarse la vida, lo cual tiene dos buenos puntos: que no hay mucha necesidad de pensar un trasfondo elaborado y da mucho pie a que los personajes, que aún están algo verdes, acumulen experiencia y mejoren sus habilidades (lo cual da un sentido de crecimiento y evolución muy necesario en la mayoría de juegos de rol). Esto suena muy a D&D pero la mayoría de juegos de aventuras funcionan con paradigmas similares: los personajes iniciales de Runequest/Mythras son buenos en lo suyo, pero distan mucho de ser los mejores: son unos buenos profesionales, a lo sumo. Los personajes iniciales de Vampiro tienden a ser tipos más o menos 'nuevos' en la ciudad y si acaso son algo antiguos carecen de los contactos y la capacidad de mover los hilos que los convierte en algo más que peones de los conflictos urbanos. Los personajes iniciales de L5A son literalmente jóvenes promesas, de normal. En Warhammer los PJ son tipos que han conseguido 'escapar' de la rutina de sus antiguos oficios para vivir en un cruel mundo de aventuras que seguramente se los lleve por delante demasiado jóvenes. Y los personajes Novatos de Savage Worlds son... bueno, lo dice su nombre. Es evidente que muchos otros juegos utilizan paradigmas distintos pero a la hora de la verdad la gran mayoría de juegos de aventuras juega con esta idea: que los personajes iniciales no son nada del otro mundo pero que tendrán la capacidad de serlo. Entonces, si esto es así... ¿por qué muchas veces nos obstinamos en hacer todo lo contrario?
Muchas veces, y sobretodo desde el sector que ve las partidas como una novela (lo comentado al principio) se trabaja mucho por darle a los PJ un trasfondo elaborado que case con la historia que se cuenta. De manera que este trasfondo se pueda utilizar para generar aventuras, tramas personales y momentos especiales centrados en los personajes en cuestión. Incluso para dar giros de guión que descubren pasados ocultos y cosas así. Y esto no está mal (aunque no es para nada lo mío en lo que a jugar partidas se refiere) pero me chirría tremendamente cuando ese personaje de elaborado trasfondo es un mindundi de nivel 1. Este síndrome lo he visto especialmente en la 5ª edición de D&D ya que hay algunos trasfondos de los personajes que desde luego no casan con el nivel 1. El de soldado, por ejemplo, te indica que antes de irte de aventuras habías tenido una historia en el ejército, incluso llegando a tener rangos... Lo cual es raro, ya que un duro veterano no es lo que me viene a la cabeza cuando pienso en un PJ de nivel 1. Pero el tema es que, a mi parecer, estas situaciones extrañas (trasfondos intrincados y extraños para un tipo que literalmente 'acaba de salir del cascarón') surgen por el mal concepto de que los protagonistas de la ficción empiezan el libro/la serie/la película como un personaje de nivel 1. Y que tú, al hacerte tu personaje, haces lo mismo. Y nada más lejos de la realidad. Vamos con dos ejemplos.
Aragorn no es un montaraz de nivel 1 cuando empieza el Señor de los Anillos: es un héroe reconocido en varias regiones del mundo. Es, desde luego, 'un ejemplo deslumbrante de valor y determinación; un auténtico parangón que está por encima de la mayoría de la gente'. Y eso en D&D 5e indica que está mínimo a nivel 11. Kenshiro, en el primer capítulo de El Puño de la Estrella del Norte, no es un monje de nivel 1: de hecho cuando terminó su entrenamiento junto con Shin antes de que todo se liara, seguramente ya tendría un puñado de niveles y los eventos de su vida sólo le hicieron mejorar más y más antes siquiera de que empiece la serie. Y si nos fijamos podemos sacar muchas historias similares de ejemplos de la ficción que nosotros queremos imitar con nuestros personajes iniciales. Pero muchas veces el problema es que en vez de pensar 'vale, ¿como sería este tipo a nivel 1?' directamente decimos 'yo quiero ser como este tipo, pero ahora'. Y eso lleva a extrañas situaciones en la partida, como veteranos que no saben luchar o sabios que no son muy leídos. Y supongo que habrá gente que lo lleve bien pero a mi estas cosas me rompen los esquemas.
En fin, supongo que he dicho todo lo que quería decir. La entrada no tiene más. No hay moraleja. Hasta aquí mi gruñido de hoy. ¿Y a vosotros qué os parece? Espero que, de alguna manera, os haya gustado.
¡Nos leemos!