viernes, 27 de diciembre de 2019

Orígenes del Viejo Mundo para Warhammer 4ª - Kislev (y final)

La última entrada 'útil' del año es, además, el final de mi serie de orígenes para Warhammer. Que con la broma llevo desde agosto sacando estas entradas, pero todo tiene que acabar en algún momento... ¿y qué mejor momento para cerrar series que final de año? En este caso hoy hablaremos largo y tendido de Kislev. Mi querida Kislev. Si me alargo un poco es por dos razones: por un lado así consigo que esta 'entrada suelta' quede más potente. Y por otro, uno no puede mentir a su corazón. En la fría estepa se encuentra el mío. Vamos con ello. 

Kislev

Kislev es una tierra fría, dura y oscura al norte del Imperio. Es un país grande, mucho más grande de lo que la gente cree, y aunque en el Imperio tiene fama de ser un páramo despoblado la realidad es bien distinta. Kislev es la región del Viejo Mundo más norteña (ya que, tradicionalmente, lo que hay más allá no se considera parte del Viejo Mundo) y más cercana a las tierras del Caos, algo que ha marcado su historia de una forma clave, sobretodo en los tiempos más recientes. Tristemente el Kislev moderno no se entendería sin los Desiertos del Caos.

Los kislevitas tienen una historia curiosa. Durante milenios, incluso en los tiempos de Sigmar, la frontera del norte se marcaba por la presencia de pueblos nómadas entre los que destacaban los ropsmenn (más cercanos a lo que más tarde sería el Imperio) y los ungoles. Estas tribus habitaban la dura y fría estepa, siempre enfrentadas entre ellas, con los norses y con las provincias norteñas del Imperio una vez se formaron. Las tierras de Ostland y Ostermark a veces conseguían reclamar algo de sus tierras para sus dominios, pero generalmente nunca duraban mucho tiempo (aunque llevó a que hubiera una fuerte influencia de estas tribus sobre los imperiales noroccidentales). Pero todo esto cambiaría alrededor del año 1500 del Calendario Imperial cuando la mayor migración vista desde los tiempos de Sigmar se sucedió de forma sorprendente.

Cruzando las Montañas del Fin del Mundo aparecieron los gospodares, una extremadamente numerosa tribu nómada mucho más sofisticada y, sobretodo, rica y poderosa que los habitantes de la región. Poco se sabe de donde venían los gospodares o por que huían con tanto ahínco, ya que sus leyendas apenas tratan este tema: casi parece como si quisieran olvidarlo. Lo que está claro es que los gospodares combatieron contra otras tribus nómadas y las sometieron bajo su poder una a una. En esta guerra los ropsmenn, ya en decadencia desde hacía siglos, acabaron por ser asimilados por tribus mayores y desaparecieron. Los gospodares avanzaron hacia el sur todo lo posible pero finalmente las tropas de Ostland y Ostermark consiguieron rechazarles. Habiendo marcado así su frontera los gospodares se asentaron en esa nueva tierra. Fundaron la ciudad de Kislev, la primera ciudad que había visto la estepa en toda su historia, y desde ahí se lanzaron a conseguir pacificar su nuevo reino. Las continuas incursiones en el territorio ungol acabaron con la fundación de la ciudad de Praag (que marcó, a su vez, el final sometimiento de los ungoles al nuevo régimen) y Erengrado surgió como el punto natural de comercio marítimo. El nuevo reino de Kislev, regido por los poderosos Zares, se había asentado pero no tardaría en sufrir problemas. Las fuerzas del Caos, que se habían mantenido poco activas durante siglos, empezaron a arremolinarse en el norte. Aunque los primeros siglos de historia de Kislev fueron más o menos tranquilos, combatiendo contra las ocasionales incursiones de guerreros o bestias de los Desiertos, con el tiempo la amenaza se fue haciendo cada vez mayor. Los kislevitas, con una terquedad sin límite, mantuvieron el terreno y expulsaron a los siervos de los Poderes Ruinosos de vuelta al norte de forma constante. Finalmente todo estalló con la Gran Guerra contra el Caos, en el año 2301 del Calendario Imperial. Las hordas dirigidas por Asavar Kul sembraron la destrucción durante meses en las fronteras hasta que finalmente se lanzaron hacia Praag, ciudad que arrasaron por completo. Más tarde se lanzaron hacia Kislev y sólo el esfuerzo combinado de kislevitas, imperiales, enanos y los hechiceros altos elfos consiguieron detener a las hordas del Caos. Con la muerte de Kul los guerreros de los Poderes Ruinosos se retiraron pero algo en el alma de los kislevitas quedó tocado para siempre. Después de la guerra llegó la reconstrucción más los kislevitas nunca apartan la mirada del norte. Las hordas del Caos están activas, mucho más que en el pasado, y todos los kislevitas viven sabiendo que es cuestión de tiempo que otro Asavar Kul se alce contra ellos.

Los kislevitas son un pueblo curioso. Las tradiciones ungol y gospodar se han fusionado, pero en distintos grados. El sur de Kislev es una tierra civilizada y urbanizada, plagada de pequeños pueblos y ciudades de medio tamaño que no se diferenciarían mucho del Imperio por no ser por los evidentes gustos estéticos. Esta es una tierra donde la mayoría es evidentemente gospodar, de alta estatura, pálida piel y cabello rubio o pelirrojo, aunque los rasgos ungoles también se perciben aquí y allá. Pero según te adentras hacia el norte la civilización se va haciendo cada vez más escasa hasta llegar a la estepa salvaje. Este es el territorio de los ungol y, de forma inversa, algún que otro rasgo gospodar se puede intuir pero no es común. Aquí dominan los rasgos ungoles: piel cetrina, cabello oscuro y ojos ligeramente rasgados. En este norte salvaje sólo pequeñas aldeas fortificadas sirven de refugios invernales para las tribus nómadas que, con algunos cambios, mantienen sus costumbres de antaño, vagando por la estepa. En las regiones orientales, alrededor de la zona de Praag, es donde la mezcolanza de ambos pueblos es más evidente y resultan difíciles de distinguir. Los habitantes de Praag, por ejemplo, tienen una cultura urbanizada al estilo gospodar pero son profunda y orgullosamente ungoles. De hecho en varias ocasiones Praag ha intentando escindirse de Kislev, si bien nunca ha tenido éxito y desde su destrucción por manos de las hordas del Caos los habitantes de la reconstruida Praag nunca han dudado de su lealtad para los zares. De todas maneras a día de hoy gospodares y ungoles, y cualquier cosa entre medio, se consideran a sí mismos kislevitas, independientemente de etnias y orígenes, si bien hay ocasiones en las que en este país tan grande y disperso las lealtades más cercanas suelen tener más peso que las ideas nacionales lo cual genera no pocos conflictos. Pero cuando la verdadera amenaza acecha estos problemas se dejan de lado para defender lo verdaderamente importante: Kislev.

Los kislevitas tienen fama de ser un pueblo fiero, tozudo, hospitalario, supersticioso y profundamente nacionalista. Hay tantos que les tildan de valientes como de borrachos, pero la gran mayoría de viejomundanos se preguntan cómo diantres alguien podría querer vivir ahí. La mayoría de kislevitas responden a esta pregunta con un encogimiento de hombros: ¿cómo acaso podrían no vivir allí? A un nivel religioso los kislevitas resultan muy extraños dentro del Viejo Mundo. Por un lado las tradiciones espiritistas y chamánicas de los ungoles se han mantenido hasta el día de hoy y los gospodaes, en muchos casos, han llegado a asumirlas como propias. Los gospodares trajeron sus propios dioses y a día de hoy forman el panteón kislevita, adorado por todos los habitantes del país sin lugar a dudas aunque con  un clero bastante poco formal e incluso rozando lo irregular en ocasiones. Estos dioses son Ursu, señor de los osos y de la fuerza, Tor, señor del relámpago y el trueno, y Dazh, señor del sol y del fuego. Sus primitivos dioses, su adoración por los espíritus y su desorganizado clero ha hecho que muchos eruditos imperiales aseguren que en Kislev existe poca religión pero mucha superstición. Los kislevitas aseguran que las cosas en el norte son distintas y que harían bien en fiarse de sus tradiciones. Algunos dioses del Viejo Mundo están calando profundamente en Kislev: Ulric y Taal encuentran algunos seguidores entre los kislevitas, pero curiosamente las dos deidades viejomundanas más adoradas son Kalita (Haendryk) y Salyak (Shallya). Los kislevitas han dotado de un carácter propio a estas deidades: Kalita no es tanto un dios de la moneda como un dios de los intercambios mientras que Salyak más que una doncella misericordiosa es una madre preocupada, algo más cariñosa pero también más dura con los hijos que se desvían del camino. Estos cultos viejomundanos sí que suelen contar con un clero más organizado, lo cual ayuda a aumentar la confusión general en materia de fe en Kislev.

Kislev es una nación curiosa y aterradora. Repleta de oportunidades pero también de peligros no pocos viejomundanos van allá para buscar fama y fortuna. Algunos encuentran lo que buscan, otros mucho más, pero todos se extrañan con el afable y fiero carácter de los kislevitas, con su forma de vivir y de entender la vida y con la enorme cantidad de vodka que pueden beber antes de caer rendidos.

A continuación se presentan tres perfiles para los kislevitas. El primero (Kislevita) sirve para representar de forma general a estos fuera de su país aunque dentro del mismo también puede servir para representar a la gran mayoría de kislevitas, aquellos en los que las tradiciones y genealogías de los gospodares y los ungol se han mezclado tanto que han creado algo nuevo. Por otro lado también se presentan los perfiles de Gospodar y Ungol. El perfil de los gospodares representa a aquellas dinastías que siguen dominando el país. Son más comunes en las ciudades del sur y suelen ostentar importantes cargos urbanos, así como grandes fortunas mercantiles y la gran mayoría de linajes nobles. Por otro lado el perfil de los ungoles representa principalmente a los nómadas de las estepas del norte de Kislev, aquellos que han mantenido puras sus tradiciones y costumbres.

Humano (Kislevita)

Habilidades: Aguante, Animar (Bailar), Carisma, Cotilleo, Consumir alcohol, Cuerpo a cuerpo (Básico), Frialdad, Hablar idioma (Reikspiel), Montar, Sabiduría académica (Kislev), Seguir rastros, Supervivencia, 
Talentos: Tenaz, Guerrero nato o Sangre fría, 3 talentos aleatorios.

Humano (Gospodar)

Habilidades: Aguante, Animar (Bailar), Carisma, Cotilleo, Consumir alcohol, Cuerpo a cuerpo (Básico), Frialdad, Hablar idioma (Reikspiel), Mando, Montar, Regatear, Sabiduría académica (Kislev)
Talentos: Tenaz, Guerrero nato o Vigilancia, 2 talentos aleatorios, Quijada de hierro u 80 px.

Humano (Ungol)

Habilidades: A distancia (Arco), Animar (Bailar), Aguante, Criar animales, Consumir alcohol, Cuerpo a cuerpo (Básico), Frialdad, Hablar idioma (Reikspiel), Montar, Sabiduría académica (Kislev), Seguir rastros, Supervivencia, 
Talentos: Tenaz, Muy resistente Sangre fría, 2 talentos aleatorios, Equitación acrobática u 80 px.

Y con esto quedaría acabada al fin esta serie. ¡Que mirad que ha sido larga! Pero en fin, sea como sea espero que os haya gustado.

¡Nos leemos!

2 comentarios:

  1. Siempre pense que era la Rusia de Warhammer, pero si gospodar deriva de Hospodar mas bien seria una especie de Rumania-Moldavia. En fin muy interesante la entrada. Un saludo.

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    1. Kislev es una cosa curiosa. La evidente inspiración es Rusia, cosa que luego en el suplemento de Realm of the Ice Queen (la mejor y casi única acercación oficial al trasfondo de Kislev ya en más detalle) se confirma. De hecho es una cosa curiosa, porque no sólo bebe de la Rusia medieval si no que en la mejor tradición de Warhammer añadieron cosas más modernas. Por ejemplo la zarina Katarin tiene a los chekist, una especie de policía secreta obviamente basada en la checa soviética. Suena raro pero está realmente bien integrado en el trasfondo, ese suplemento es de mis favoritos.

      Pero fuera de la evidente influencia rusa Kislev también tienen algunas cosas polacas (como los lanceros alados) y luego los ungoles son básicamente cosacos. Todo está mezclado y queda bastante bien. Realmente es una de mis partes favoritas de la ambientación y me encantaría jugar una campaña en Kislev... Ah, todo hombre tiene derecho a soñar.

      En fin, ¡gracias por comentar!

      ¡Nos leemos!

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