Aquellos que me conocéis sabéis que no soy un gran fan de la 'Tierra Mítica' (es decir, utilizar una ambientación basada en nuestra propia historia pero preñada de magia y cosas sobrenaturales), aunque hago algunas excepciones muy contadas. Una de ellas es Ars Magica, que me parece que tiene una ambientación cuidada y funcional (y, si te quedas en los básicos, llena de misterio y cosas interesantes en las que ir metiendo mano). Me parece un juego fantástico, aunque algo durillo para los estándares actuales (¡vagos! ¡panda de vagos!). Pero no quería hablar de este tema en sí, si no de algo que me toca más de cerca y que suelo ver bastante mal representado en los juegos de rol. En este caso hablo del papel de la Iglesia, pero concretamente en el tema de la magia. Me explico.
El otro día me encontraba hablando con Jose Carlos -Kha-, (dueño del blog de Un Paladín en el Infierno y uno de los miembros de Monifate, la marca bajo la cual trajo cosas como Criaturas del Vacío Celeste) sobre todo esto. Él es un gran aficionado de Lamentations of the Flame Princess, un juego de corte OSR cuya ambientación por defecto es Europa pero con magos, monstruos salidos de las pesadillas y ese estilo de cosas. Mi principal problema con LotFP es que usa las clases de D&D -cosa que no es un problema, per se- en esta ambientación, con lo cual llega la incómoda pregunta de ... ¿que pasa con los clérigos? En el manual te expone que pueden realizar magia divina, pero no ahondan demasiado en el origen de la misma, lo cual lleva a todo tipo de preguntas. ¿Todos los sacerdotes pueden hacer magia? ¿Solo los cristianos o los de cualquier religión? ¿Ser ordenado sacerdote te permite acceso a dichos poderes? Son cosas que yo creo importantes para el worldbuilding ese y por eso le expuse a Kha como lo haría yo en una ambientación del estilo. De lo dicho en esa conversación y del desarrollo posterior ha surgido esta entrada.
Antes de nada, unas aclaraciones. La primera es que la ambientación que trabajo es un trasunto de la de Ars Magica. Se da por hecho que la magia y lo sobrenatural existe. Existen diferentes tradiciones mágicas en el mundo, así como fuerzas superiores a los hombres, seres de otras realidades y demás. En la Europa Mítica (centrándonos, en este caso, en la Edad Media y la Edad Moderna) la magia tiene presencia principalmente en forma de magos de órdenes esotéricas, que siguen sus propias reglas (e incluso tienen sus propios dominios) y son ampliamente aceptados, aunque vistos aún con cierto recelo y extrañeza. Las tradiciones arcanas europeas han llegado a un amplio consenso entre la magia que es aceptable (la que utilizan ellos) y la magia que es peligrosa, abominable o simplemente poco útiles (magia que es perseguida y vista con miedo o desprecio por los magos). Vamos, cualquiera que haya leído Ars Magica sabe de lo que estoy hablando.
Ahora bien, la Iglesia (es decir, la Iglesia Católica). Su posición con la magia, igual que en la versión estándar de Ars Magica, es bastante pragmática. Considera la magia un arte mas. No es pecaminosa, malvada ni corruptora per se, pese a que su uso si que puede llevar a la perdición (igual que, bueno, cualquier herramienta en malas manos). Muchos magos occidentales se consideran cristianos y por lo tanto la relación entre la Iglesia y la magia suele ser de respeto mutuo. Eso no quita que haya movimientos espirituales que condenen la magia, masas populares que la teman como obra del Diablo o disputas políticas entre magos y cargos eclesiásticos, pero estas situaciones, aunque existentes, no se pueden considerar la norma.
Aclarada esa parte, pasemos al segundo punto. La magia divina, en mi explicación, no vendría directamente de ninguna divinidad. ¿Por qué? Porque eso lleva a cosas extrañas, como que sea un 'café para todos' donde todos los sacerdotes tienen magia o, por otro lado, que sea algo exclusivo de algunas prácticas o que tenga orígenes más extraños que, sinceramente, no me gustan. Esto no implica que la divinidad no pueda tener algo que decir en el mundo, ya que existe el poder de los milagros. Estos son signos directo de la actuación de Dios en la Tierra pero, al igual que en Ars Magica, son actos que solo unos poquísimos escogidos pueden realizar, solo en situaciones muy concretas y que, literalmente, se saltan todas las reglas. No son herramientas para los PJ, son recursos de la trama.
Bien, ya sabemos con lo que jugamos. La magia existe, es real y, por otro lado, los milagros -es decir, lo que se podría clasificar como 'magia divina'- son una cosa excepcional y rarísima fuera del alcance de, bueno, de casi todo el mundo. ¿Como, entonces, pasa la Iglesia de una actitud de 'dejar hacer' con la magia a tener lanzadores de conjuros propios, es decir, la clase Clérigo de LoFP?
La idea principal es que, en forma de tradiciones no oficializadas, ya existían personajes que habían hecho uso de una tradición mágica propia a lo largo y ancho de la Cristiandad, pero no eran algo común ni especialmente favorecido por la propia Iglesia (a veces incluso condenado). Pero, a partir de cierta reforma -luego hablamos sobre ello-, la Iglesia empieza a formar a sus propios lanzadores de conjuros de forma oficial. Estos clérigos, tras una enorme cantidad de estudios y formación, utilizan magia que la Iglesia ha sancionado y considerada útil y provechosa tras muchos años de debates, concilios y discusiones teológicas. Así bien nos encontramos con que algunos -y solo algunos- miembros de la Iglesia ostentan la capacidad de lanzar conjuros debido a un entrenamiento riguroso y muchos estudios. Vamos, son magos pero de una tradición propia, pero tan marcada y diferente que merecen -en términos de juego- una clase propia. Eso sería mi explicación para los Clérigos (como clase), que sería algo más coherente y rompería menos la ambientación que el clásico de D&D de 'tu divinidad te da poderes' adaptado a nuestro mundo.
Aunque con eso ya se puede tirar, a mi me sabía a poco. Por eso mismo se me ocurrió tres momentos en los que situar el comienzo de esta nueva tradición eclesial. Aquí los paso a enumerar:
- Silvestre II, el Papa Mago: Silvestre II, el famoso 'papa del Año 1000', es uno de los papas que más leyendas han originado, tanto antiguas como nuevas. La mayoría no dejan de ser, bueno, leyendas carentes de toda base. Pero en nuestra ambientación nos viene de perlas situar a este personaje como primer patrón de esta nueva tradición mágica-eclesial. El propio Gerberto de Aurillac (su nombre anterior a su ascenso al Pontificado) habría sido un mago de renombre y, al tomar la Cátedra de Pedro, habría promulgado la enseñanza de este tipo de magia. Eso quiere decir que hacia el siglo XIII, ya habría una tradición mágica eclesial bastante importante y en el siglo XVI ya estaría tan casi tan consolidada como las Órdenes Mendicantes (que, aunque posteriores, tuvieron una expansión mucho mayor). Pese a su escaso número sería común encontrar a un puñado de estos 'magos sacerdotales' en la mayoría de las ciudades, con seminarios y parroquias propias. Estos magos podrían ser incluso más populares que los propios magos arcanos, ya que estos últimos se suelen recluir en sus propios dominios mientras que el dominio por el que se mueven los clérigos es, bueno, la Cristiandad Occidental.
- El segundo concilio de Lyon: Este concilio, que data del año 1274, trató principalmente sobre gestiones sobre Cruzadas y la administración de la propia Iglesia. Pero tuvo una parte muy importante y es que se consiguió, mediante la mediación y el diálogo, terminar con el Cisma de Oriente, aunque fue por un tiempo muy breve ya que esta decisión nunca fue aceptada por la mayoría de ambas confesiones. Para lo que nosotros nos interesa entre los temas tratados la Iglesia de Oriente podría haber legado algunos maestros de 'magia espiritual' a Occidente, donde habrían empezado a enseñar sus artes. Aunque el Cisma se reabrió oficialmente en 1282 esta tradición se mantuvo en Occidente, que empezó a enseñar esta magia en algunos centros de estudio, principalmente en las Universidades (que ya estaban consolidadas como centros de estudios generales y teológicos). Así bien empieza a surgir una tradición de 'magos eclesiásticos universitarios' realmente común, en contraposición a los 'magos arcanos rurales'.
- El Concilio de Trento: Mi elección original y favorita, ya que al fin y al cabo LotFP se sitúa en el siglo XVII. Aunque la Iglesia conocía y hasta cierto punto toleraba (no sin recelos y ocasionales censuras y castigos) la existencia de tradiciones mágicas entre sus filas, no es hasta el Concilio de Trento que acepta la necesidad de tener magos eclesiásticos. Esto se puede deber a un buen número de causas, entre ellas que algunas iglesias protestantes no tienen los recelos que tenía la Iglesia Católica con respecto a la magia divina y la popularizan entre sus clérigos. Además la realidad del Nuevo Mundo y de las exploraciones pone en contacto a los europeos con una gran cantidad de tradiciones mágicas y arcanas extranjeras, y los cristianos necesitan protección ante las mismas. Así bien, y originalmente solo en Roma, se abre un seminario dedicado a este tipo de clérigos. Con el paso de los años se abren seminarios similares en algunas ciudades europeas (destacando París, Alcalá de Henares o Milán). Muchos de estos 'sacerdotes magos' son mandados a las regiones más inhóspitas, donde se cree que la existencia de magias extrañas y peligrosas es más común. Así bien nos encontramos en una época donde se pueden encontrar 'magos clérigos' Católicos, reverendos protestantes que hacen uso de tradiciones diferentes (¿alguien dijo listas de conjuros algo cambiadas?) y demás.
Con esto terminaría la entrada de hoy. Una entrada de estas de teoría sobre ambientaciones muy poco útiles para muchos, pero espero que os haya resultado interesante mi divagación sobre el tema. O, bueno, que simplemente os haya gustado.
¡Nos leemos!
Enhorabuena por esta entrada Nirkhuz, el planteamiento es de lo más interesante y mira que es algo que no me había parado a pensar. En cierto modo todos damos por sentado el origen del poder divino de los clérigos en las ambientaciones fantásticas, pero al colocarlo sobre nuestra Europa (vale si, mítica, pero nuestra Europa) quedan muy cojos perdiendo sentido su clase. Además me gusta como partiendo de unos datos históricos reales has desarrollado un muy buen punto de partida donde enfocar el poder divino de los clérigos. Muchas gracias por dedicarnos regalitos de este estilo. Nos leemos!!!
ResponderEliminar¡Gracias! Me alegra mucho que te guste.
Eliminar¡Nos leemos!