martes, 30 de abril de 2013

Yojimbo, un aliado para Centinela 2070

Yojimbo
Guerrero honorable en busca de redención



Características
Fortaleza 5 Duro
Reflejos 7 Movimientos instintivos
Voluntad 8 Férreo código de honor
Inteligencia 4 Meticuloso

Habilidades
Kenjutsu estilo Katsuichi 8
Vida en los bajos fondos 6
Karate estilo Shotokan 5
Bushido 5
Conocimientos eruditos 4
Escabullirse 4
Informática 4
Cortesía 3

Combate
Iniciativa 9
Ataque 15 (con katana), 12 (cuerpo a cuerpo)
Defensa 20 (con katana), 17 (cuerpo a cuerpo)

Aguante 9
Resistencia 27

Hitos
  • Pese a llevar años en Betlam, se crió en Japón.
  • Lo crió su tío, un maestro del kenjutsu.
  • Al llegar a Betlam se unió a una banda criminal, los Dragones Purpura, con la que trabajó años.
  • Un encuentro con el Centinela le hizo recordar sus principios.
Complicación
  • Durante su vida criminal se ganó muchos enemigos y además la mayoría de sus antiguos aliados le consideran un traidor.

Nombre Real: Kuwabatake Sanjuro               Alias: Yojimbo  
Fecha de nacimiento: 1 de Abril de 2034       Situación: En activo
Identidad: Secreta                                        Ocupación: Justiciero
Estatura: 1'72 m                                           Peso: 78 kg
Pelo: Negro                                                   Ojos: Marrones

Poco se sabe del pasado de Yojimbo, pero no hay barrio bajo de Betlam que no le conozca. ya que este japonés de treinta y largos años no es fácil de olvidar. Aunque no desprecia las nuevas tecnologías viste una mezcla de vestido tradicional japones y ropa pasada de moda, pero lo que todos ven primero es su katana, un enorme sable que mide más de un metro de largo. Nadie sabe cómo aparece ni de donde pero no hay criminal en Betlam que trabaje tranquilo, ya que en cualquier momento este samurai callejero puede aparecer para hacerle rendir cuentas con la justicia. La verdadera historia de Sanjuro no comienza de la trágica manera que pudiera parecer. Nunca conoció a sus padres, pero no porque estos murieran de una trágica forma, si no porque simplemente no tuvo oportunidad de verlos. Desde su más tierna infancia fue criado por un hombre que siempre le dijo ser su tío, Kuwabatake Hahen, aunque Sanjuro siempre lo consideró su padre y señor. No fue fácil criar a Sanjuro en la hiper-tecnológica sociedad japonesa de mediados del siglo XXI, y menos de la forma que Hahen lo hizo. Hahen siempre aseguró que Sanjuro procedía de una larga estirpe de samurais y que su deber era continuar con tan ilustre linaje. Lo crió en el camino de la espada y del cuerpo, pero también le dio grandes lecciones de cortesía, historia y etiqueta. Sanjuro fue criado como un moderno samurai y también aprendió a desenvolverse con los ordenadores, algo esencial en los tiempos que corrían. 

Tras un intenso aprendizaje en casa Sanjuro fue a la prestigiosa universidad de Waseda, aunque a decir verdad nunca sobresalió en los estudios, aunque sí en las actividades extraescolares relacionadas con el kendo y el karate, donde era considerado una futura promesa y algunos murmuraban que si así seguía acabaría siendo olímpico, como menos. Pero todo se torció a la muerte de Hahen en un accidente de tráfico. Tras unos meses de luto y viéndose desamparado Sanjuro acabó por, gradualmente, abandonar la universidad y todas las esperanzas puestas en él se fueron a pique. Entre las pertenencias de su tío/padre adoptivo/señor encontró una carta de un amigo de Hahen, un tipo que se hacía llamar Mark Wong. Este mestizo había sido, al parecer, un fiel amigo de Hahen y mantenían una importante correspondencia escrita a mano, una excentricidad en estos tiempos que corrían. Sanjuro encontró que la última carta dirigida a Wong nunca había sido enviada, y cómo último homenaje a la memoria de su maestro decidió entregarla el mismo. Sanjuro cogió el primer vuelo con destino Betlam.

 Sanjuro buscó a Wong por todos los lados pero no consiguió dar con él, parecía que Mark Wong nunca había existido, al menos no en Betlam. Sanjuro, sin rendirse, buscó más activamente, indagando por las zonas bajas de la ciudad. Si somos sinceros con lo que pasó Sanjuro, aunque tozudo, no se tomaba demasiado en serio esta búsqueda: no quería volver a su hogar, ya que nada le quedaba ahí que le esperara. Quizás por eso se trajo todo lo que el consideraba de valor (la katana de su tío, algo de ropa tradicional y demás reliquias familiares) y quizás por eso mismo sobrevivió. Cierta noche de 2064, preguntando por el barrio de Chinatown, todo se torció. Un grupo de matones se fijó en las preguntas de Sanjuro y le dijeron que, si por ahí seguía, acabaría mal. El japonés desoyó a esa panda y siguió con sus pesquisas. Unos días después un grupo de asaltantes intentaron asesinarlo mientras dormía. Sanjuro consiguió deshacerse de esos rivales que esperaban un enemigo mucho menos fuerte. Durante las siguientes semanas se repitieron varios ataques, ataques de los que Sanjuro siempre salió victorioso y con la certeza de que algo tenía que descubrir si acaso querían silenciarle. Cierto día un enorme betlamita llamado Hank Connor se presentó en la puerta de su habitación: aseguraba que había puesto a prueba sus habilidades con satisfactorio resultado y que sería conducido hasta Wong si así lo deseaba. Sanjuro, feliz al fin de encontrar una pista, siguió a Connor con cierta suspicacia. El matón le guió hasta una de las partes más oscuras de la ciudad y allí le presentó a Mark Wong, un anciano chino que dirigía una poderosa banda criminal llamada los Dragones Púrpura. Wong le confesó que Hahen siempre había sido un colaborador suyo en Japón y que Sanjuro había sido entrenado para ser un soldado al servicio de los Dragones. Al escuchar esto Sanjuro se quebró, aunque ahora todo tenía sentido: su preparación, su código... Estaba destinado a ello. Tras un tiempo pensándose su actuación finalmente decidió servir para lo que había sido entrenado, pasó al servicio del Dragón Púrpura. Sanjuro hizo todo lo que tenía que hacer por su señor: robó, mintió, dio palizas e incluso asesinó, aunque siempre con cierto honor y la tranquilidad de hacerlo por su señor, como lo dictaba su código. Y la vida de Sanjuro fue así por seis años más, hasta la reaparición del Centinela. 

Una noche del verano de 2070 Sanjuro se encontraba supervisando un cargamente ilegal de drogas en un almacén secreto de Bayonne cuando el Centinela apareció. La leyenda viva de Betlam llevaba años sin aparecer y nadie le esperaba allí. El Centinela rápidamente desbarató la operación y tan rápido como vino se fue, dejando a Sanjuro sin poder reaccionar. Los actos del Centinela fueron cada vez más osados e incluso acabó atacando la base de los Dragones Púrpura. La noche del 24 de Julio de 2070 el Centinela entró en el pequeño garito de Chinatown que hacía de base de operaciones para los Dragones Púrpura. Con gran maestría se deshizo de todos los guardias hasta que llegó a la habitación de Wong, que custodiaba Sanjuro. El neo-samurai se enfrentó con el Centinela, pero este parecía conocerle y le impelaba a detener la lucha. De alguna manera sabía la historia de Sanjuro y el Centinela aseguraba que era demasiado honorable para morir por una calaña como Deng. Sanjuro no entendía nada, ¿Deng? Él trabajaba para Mark Wong, y así se lo hizo saber a su enemigo. El Centinela, sorprendido, se enfrentó con el furioso guerrero que negaba la verdad y, para vergüenza de Sanjuro, le venció. Pero Sanjuro no esperaba lo que venía a continuación: El Centinela capturó al Dragón Púrpura y se lo llevó, tanto a él como a Sanjuro, a un lugar desconocido. En el Cuartel General del Centinela Sanjuro descubrió, de los propios labios de su señor, la horrible verdad. El que él había creído Mark Wong, amigo y aliado de su padre adoptivo, era realmente Kwan Weng, un servidor del inmortal y misterioso Rey Dragón. Sanjuro, al ver todo lo que había hecho por un falso señor, enfureció y casi mata a Weng con sus propia espada, pero algo lo detuvo. ¿Cuanta muerte había causado sin sentido? ¿Más muerte acaso lo arreglaría? Al ver todos como la katana de Sanjuro se paraba a escasos centímetros del criminal chino el Centinela vio en él la señal que le hizo llevar al japonés ante el verdadero Wong, un anciano casi al borde de la muerte que coordinaba al equipo del Centinela. Wong recordaba a Hahe y le entregó al neo-samurai todas las cartas que guardaba de su tío. Sanjuro, ahora seguro de la verdad, se ofreció como su vasallo, pero Wong no le aceptó: su tiempo llegaría pronto y no quería dejarle huerfano de nuevo en un año o quizás dos. Aun así Sanjuro se esforzó por impresionar a Wong y su primer trabajo fue infiltrarse en su antigua base para recuperar la última carta de Hahe. Para mayor furia de Sanjuro, su falso señor Weng ni siquiera la había abierto. Sanjuro se la llevó a Wong y este la leyó, aunque nadie sabe lo que ahí está escrito, aunque tuvo que impresionar mucho al antiguo Centinela porque Sanjuro recibió una pensión vitalicia de Industrias Wayland y una pequeña casa en Old Betlam. Al poco tiempo de esto Sanjuro comenzó a actuar como justiciero bajo el nombre de Yojimbo, y sus actos se han centrado sobre todo en atacar los dominios del Rey Dragón allí donde los encuentra armado con un fuerte boken (o con su katana, en tiempos de gran peligro) y sus conocimientos sobre los criminales. Aunque actúa por libre es un firme aliado del Centinela y es por todos conocido, criminales y justicieros, cual es el lado del Yojimbo en esta guerra.

Trivia
  • En este personaje y su historia hay varias referencias a Usagi Yojimbo, las Tortugas Ninja y, lógicamente, la obra de Kurosawa. Quien me diga cuales le doy un minipunto.
  • La imagen está sacada del juego de miniaturas Infinity.
Vaya tocho me ha quedado. No era mi intención, en serio. Pero bueno, me he liado a escribir... Espero que os guste.

¡Nos leemos!

2 comentarios:

  1. Joder, iba a poner que la ilustración se parece un huevo a las de Infinity, que ojo tengo :P

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    1. Pues habrías acertado. Es que la vi y dije 'Yo con esto quiero hacer algo'.

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