Ese es el nombre que, una vez acabada, le puse a la campaña que jugamos la semana pasada (bueno, hace casi dos) de Roll & Play. Fue fruto total de la improvisación, ya que inicialmente no dejaba de ser una partida suelta, una adaptación de 'El Salón de los Kóbolds' (Aventura introductoria de D&D 4.0) a R&P -bueno, ahora Trasgos y Mazmorras-. La cosa salió bien y los jugadores querían más, así que poco a poco fuimos aumentando la partida y la cosa acabó en una campaña de tres días de duración. Parecen pocos, pero las sesiones eran muy largas (entre 3 y 4 horas por la tarde y otras tantas por la noche) así que cundió bastante.
La cosa empezó con la -redoble de tambores- creación de personajes. Un montaraz y un bárbaro eran los iniciales, y para dar un ambiente 'bárbaro' el tercer jugador decidió jugar con un druida, por eso de ir 'de grupo'. Pensaron que podían provenir de alguna tribu de bárbaros, siendo el montaraz un cazador, el bárbaro un guerrero de la tribu y el druida... pues un druida. Como en el valle de Nentir (no pensaba cambiar de ambientación, ¡a reciclar!) no había nada sobre bárbaros, me inventé que vendrían del bosque del norte. Luego leyendo algo de trasfondo del valle mencionan una tribu de bárbaros (Garra de Tigre o algo así) en ese mismo bosque, pero decidí obviarlos y poner a su tribu, que uno de los jugadores bautizó como 'los Caerish'. Teníamos un grupo que provenía de la nación Caerish, ¿que les llevaba a Cima del Salto? (donde, al fin y al cabo, empezaba la aventura).
El territorio rojo es donde moran los caerish. |
El jugador del Druida propuso una historia. De entre los Caerish nacía, en cada generación, un héroe que, bendecido por los dioses de la naturaleza, tenía los poderes de un animal en concreto (oso, lobo, lechuza...) para defender al pueblo Caerish. Pero esta generación ultima generación contaba con diez de esos chiquillos, lo cual es un presagio extraño y desconcertante. Por eso se reúne a un grupo de tipos para que salgan a liarla y a ver que pasa. Finalmente acaban reunidos un joven guerrero de la tribu, uno de estos 'héroes marcados' con los rasgos de un oso, un poco torpe y disfuncional, luego un cazador de la tribu, también del mismo grupo (este tenía rasgos de lobo) que sentía un acerrimo odio por los elfos y finalmente un druida fanático que tenía que servir de guía espiritual y líder del grupo. Viajaron a Cima del Salto ya que, siendo la ciudad más importante del Valle, algo sabrán, ¿no? Y así comenzó todo.
Cima del Salto es una pequeña ciudad rural, con mucho encanto y casas pintorescas. Vamos, que es un villorrio con un jefe que se cree mucho más guay de lo que realmente es. Ahí llegaron nuestros amigos caerish, maldiciendo las casas por ser demasiado altas, las gentes por ser demasiado civilizadas y las murallas por ser demasiado de piedra. Se encaminaron al templo más cercano, a ver si alguien les sabía decir algo. El sumo sacerdote, un elfo anciano, les dijo que apenas sabía nada pero que habían varias personas que al igual podían ayudarlos: El 'Sumo Septarca' de la ciudad, un sacerdote de Pelor, Dios del Sol, y el 'Lord Protector' de la ciudad. Se separaron para recabar información, al más puro estilo investigadores. Uno fue a hablar con un anciano loco que se decía mago (y seguramente lo era), el Sumo Septarca. Otro, con el sacerdote de Pelor, un enano fanático pero que algo se olía. Y finalmente el druida se fue a hablar con el Lord Protector. Realmente no sabían demasiado, pero sacaron dos cosas en claro. Primero, que la única que iba a saber algo era la esposa del Lord Protector. Segundo, que estaban jodidos por que esta estaba en Refugio Invernal, una ciudad a semana y pico de ahí. Todo sería sencillo de no ser que el Camino Real, que une ambas localizaciones, está teniendo muchos problemas, como los tres tipos recalcaron. Así que se encaminaron por ahí, como buenos aventureros. A ver que pasaba.
Lo dejo aquí, que me empiezo a cansar. Otro día sigo con las andanzas y esta campañita, que cuando me he puesto a escribir he visto que era más larga de lo que parecía.
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