En la anterior entrada hablamos de las 'fuerzas' de el Reino, hoy vamos a centrarnos en uno de los monstruos más icónicos y representativos de la fantasía, los dragones y cual es su presencia en el Reino.
Aquí hay dragones. Esta famosa frase ha sido utilizada por cartógrafos y exploradores de el Reino desde los tiempos antiguos para determinar lugares peligrosos, ajenos al gobierno de los hombres. Una zona con dragones es, por definición, territorio salvaje y peligroso, hostil a la civilización. Y es que los dragones no suelen ser buenos compartiendo sus territorios.
Los dragones son seres de poder y tamaño inmenso. Aunque casi nadie haya visto a un dragón la mayoría de la gente sabe más o menos como son: enormes reptiles de cuatro patas, alas y cabezas cornudas, todos ellos completamente recubiertos de escamas. Muchos son los señores y ciudades que blanden dragones en sus escudos pues estos seres inspiran respeto y admiración entre los humanos, y no es para menos. Los dragones son poderosos señores de sus tierras, pero también misteriosos y extraños. Son inteligentes de una forma apenas comprensible para los seres humanos y su sabiduría es tan legendaria como sus mentiras o acertijos. El comportamiento de los dragones parece complejo e incognoscible para los hombres, ¿pero cómo va a entender un breve humano la mente de un ser que puede llegar a tener miles de años?
Cada dragón es una entidad en sí misma. Los dragones no reconocen a otros líderes ni reyes, como tampoco tienen familias. Aunque no se sabe muy bien el proceso se sabe que los dragones sólo ponen huevos de uno en uno y una vez el dragón sale del cascaron ya es totalmente independiente (si bien joven y algo inútil en comparación con sus impresionantes familiares). Los dragones jamás conocen a sus padres ni tienen hermanos, son criaturas solitarias que no buscan la compañía de los demás. Cada dragón es su propio rey, su propio señor, algo que influye mucho en su pensamiento. Algunos dragones se comportan como tiranos en aquellas que consideran 'sus' tierras, sometiendo a los que viven en ellas a sus caprichos o a su ira por las razones más injustificadas. Otros, en cambio, ignoran totalmente a las criaturas que viven cerca de ellos hasta que tienen alguna razón para contactar con ellas (bien sea para expulsarlas o para tratar de alguna manera). Cada dragón es un mundo y las generalizaciones no suelen ser correctas, pero a decir verdad los dragones no suelen ser criaturas de fácil trato y allá donde hay dragones nunca suelen medrar reinos, ciudades o ni siquiera aldeas: a nadie le gusta vivir cerca de un poderoso monstruo tan volátil y de temperamento tan extraño.
Las leyendas cuentan que, en el principio de los tiempos, los dragones vigilaban la creación y eran siervos de la Luz. Eran seres bellos, buenos y sus escamas eran como un arcoiris. Los dragones acababan con las amenazas de la Oscuridad, que por aquellos tiempo eran muchas y muy peligrosas, protegiendo así a la creación hasta que despertaran sus legítimos herederos. Con el paso del tiempo aparecieron los hombres, que vieron a los dragones como sus mayores protectores y aliados, forjándose largas y duraderas amistades. Pero los hombres eran mucho más susceptibles a los susurros de la Oscuridad y algunos cayeron tentados por las fuerzas caóticas. Esto dividió a los dragones, ¿habrían de acabar con sus antiguos aliados, ahora malvados, o deberían honrar sus pactos de amistad? Este dilema, que nos puede parecer banal, fue mortal para los dragones. En sus dudas y miedos no pocos dragones acabaron por rendirse a la Oscuridad, bien por amistad a sus antiguos aliados, bien por miedo, rencor o simplemente por ambición. Esto desató una terrible guerra entre dragones que diezmó a su pueblo. Los más poderosos supervivientes de entre los dragones de ambos bandos se reunieron en un largo debate del que surgió una respuesta: los dragones dejarían de servir a la Oscuridad, pero también a la Luz. Rehuirían a los hombres y a sus hermanos de especie para vivir vidas tranquilas y alejadas de problemas, pues sólo así podrían los dragones sobrevivir. Entonces partieron hacia las cuatro direcciones, alejándose de hombres y dragones por igual.
Sea verdad esta leyenda o sea solo un cuento lo que es cierto es que los dragones moran en los lugares inhóspitos o simplemente muy alejados. Allá donde no ha habido reinos de los hombres, o donde estos han desaparecido, se pueden encontrar dragones. Cuando los hombres han ido expandiendo sus fronteras muchas veces se han topado con dragones. Algunos de estos rehuían a los hombres y otros los ahuyentaban, pero la relación casi nunca era pacífica o cordial. La mayoría de los dragones, en su soledad, tienden a exagerar sus rasgos más egoístas: algunos son tremendamente arrogantes y les encanta recibir halagos de 'criaturas inferiores'. Otros son muy irascibles y ven como un insulto casi cualquier cosa. Algunos dragones son absurdamente avariciosos y quieren acumular riquezas por el simple hecho de que pueden, algo que ha creado leyendas sobre la legendaria fortuna de las guaridas de los dragones (cuando esto sólo es cierto en algunos casos). Sea como sea los dragones son criaturas de trato difícil y volubles, pero escasas y que moran en las más extraños y alejados lugares. Algunos valientes sabios se atreven a viajar para hablar con un dragón para beneficiarse de sus conocimientos pero esto es un juego muy peligroso: al dragón puede hacerle gracia esto, aunque también puede ofenderle o incluso incentivar su mortal paranoia.
Con el auge del Reino y la 'solidificación' de las fronteras muchos dragones acabaron por abandonar las tierras que entrarían dentro del Reino en sí. La mayoría aseguraban cumplir con antiguos pactos y se negaban a atacar a los hombres, huyendo y migrando a lugares lejanos. Otros, en cambio, tuvieron que ser convencidos, sobornados o incluso ahuyentados, aunque algunos dragones atacaron a los hombres y causaron horribles masacres antes de poder ser detenidos. Sea como sea llegó un momento en el que se podía asegurar que no había dragones en el Reino y eso era algo bueno. Con la enfermedad del Rey las fronteras se están debilitando de forma paulatina y algunos temen la vuelta de los antiguos dragones... O quizás de jóvenes e impetuosos dragones ansiosos de hacerse con unas tierras para sí mismos. Por ahora todo entra dentro del terreno de las conjeturas, pero algunos aseguran haber visto sombras entre las nubes...
Y con esto acabaría la entrada de hoy. Espero que os haya gustado.
¡Nos leemos!
Aquí hay dragones. Esta famosa frase ha sido utilizada por cartógrafos y exploradores de el Reino desde los tiempos antiguos para determinar lugares peligrosos, ajenos al gobierno de los hombres. Una zona con dragones es, por definición, territorio salvaje y peligroso, hostil a la civilización. Y es que los dragones no suelen ser buenos compartiendo sus territorios.
Los dragones son seres de poder y tamaño inmenso. Aunque casi nadie haya visto a un dragón la mayoría de la gente sabe más o menos como son: enormes reptiles de cuatro patas, alas y cabezas cornudas, todos ellos completamente recubiertos de escamas. Muchos son los señores y ciudades que blanden dragones en sus escudos pues estos seres inspiran respeto y admiración entre los humanos, y no es para menos. Los dragones son poderosos señores de sus tierras, pero también misteriosos y extraños. Son inteligentes de una forma apenas comprensible para los seres humanos y su sabiduría es tan legendaria como sus mentiras o acertijos. El comportamiento de los dragones parece complejo e incognoscible para los hombres, ¿pero cómo va a entender un breve humano la mente de un ser que puede llegar a tener miles de años?
Cada dragón es una entidad en sí misma. Los dragones no reconocen a otros líderes ni reyes, como tampoco tienen familias. Aunque no se sabe muy bien el proceso se sabe que los dragones sólo ponen huevos de uno en uno y una vez el dragón sale del cascaron ya es totalmente independiente (si bien joven y algo inútil en comparación con sus impresionantes familiares). Los dragones jamás conocen a sus padres ni tienen hermanos, son criaturas solitarias que no buscan la compañía de los demás. Cada dragón es su propio rey, su propio señor, algo que influye mucho en su pensamiento. Algunos dragones se comportan como tiranos en aquellas que consideran 'sus' tierras, sometiendo a los que viven en ellas a sus caprichos o a su ira por las razones más injustificadas. Otros, en cambio, ignoran totalmente a las criaturas que viven cerca de ellos hasta que tienen alguna razón para contactar con ellas (bien sea para expulsarlas o para tratar de alguna manera). Cada dragón es un mundo y las generalizaciones no suelen ser correctas, pero a decir verdad los dragones no suelen ser criaturas de fácil trato y allá donde hay dragones nunca suelen medrar reinos, ciudades o ni siquiera aldeas: a nadie le gusta vivir cerca de un poderoso monstruo tan volátil y de temperamento tan extraño.
Las leyendas cuentan que, en el principio de los tiempos, los dragones vigilaban la creación y eran siervos de la Luz. Eran seres bellos, buenos y sus escamas eran como un arcoiris. Los dragones acababan con las amenazas de la Oscuridad, que por aquellos tiempo eran muchas y muy peligrosas, protegiendo así a la creación hasta que despertaran sus legítimos herederos. Con el paso del tiempo aparecieron los hombres, que vieron a los dragones como sus mayores protectores y aliados, forjándose largas y duraderas amistades. Pero los hombres eran mucho más susceptibles a los susurros de la Oscuridad y algunos cayeron tentados por las fuerzas caóticas. Esto dividió a los dragones, ¿habrían de acabar con sus antiguos aliados, ahora malvados, o deberían honrar sus pactos de amistad? Este dilema, que nos puede parecer banal, fue mortal para los dragones. En sus dudas y miedos no pocos dragones acabaron por rendirse a la Oscuridad, bien por amistad a sus antiguos aliados, bien por miedo, rencor o simplemente por ambición. Esto desató una terrible guerra entre dragones que diezmó a su pueblo. Los más poderosos supervivientes de entre los dragones de ambos bandos se reunieron en un largo debate del que surgió una respuesta: los dragones dejarían de servir a la Oscuridad, pero también a la Luz. Rehuirían a los hombres y a sus hermanos de especie para vivir vidas tranquilas y alejadas de problemas, pues sólo así podrían los dragones sobrevivir. Entonces partieron hacia las cuatro direcciones, alejándose de hombres y dragones por igual.
Sea verdad esta leyenda o sea solo un cuento lo que es cierto es que los dragones moran en los lugares inhóspitos o simplemente muy alejados. Allá donde no ha habido reinos de los hombres, o donde estos han desaparecido, se pueden encontrar dragones. Cuando los hombres han ido expandiendo sus fronteras muchas veces se han topado con dragones. Algunos de estos rehuían a los hombres y otros los ahuyentaban, pero la relación casi nunca era pacífica o cordial. La mayoría de los dragones, en su soledad, tienden a exagerar sus rasgos más egoístas: algunos son tremendamente arrogantes y les encanta recibir halagos de 'criaturas inferiores'. Otros son muy irascibles y ven como un insulto casi cualquier cosa. Algunos dragones son absurdamente avariciosos y quieren acumular riquezas por el simple hecho de que pueden, algo que ha creado leyendas sobre la legendaria fortuna de las guaridas de los dragones (cuando esto sólo es cierto en algunos casos). Sea como sea los dragones son criaturas de trato difícil y volubles, pero escasas y que moran en las más extraños y alejados lugares. Algunos valientes sabios se atreven a viajar para hablar con un dragón para beneficiarse de sus conocimientos pero esto es un juego muy peligroso: al dragón puede hacerle gracia esto, aunque también puede ofenderle o incluso incentivar su mortal paranoia.
Con el auge del Reino y la 'solidificación' de las fronteras muchos dragones acabaron por abandonar las tierras que entrarían dentro del Reino en sí. La mayoría aseguraban cumplir con antiguos pactos y se negaban a atacar a los hombres, huyendo y migrando a lugares lejanos. Otros, en cambio, tuvieron que ser convencidos, sobornados o incluso ahuyentados, aunque algunos dragones atacaron a los hombres y causaron horribles masacres antes de poder ser detenidos. Sea como sea llegó un momento en el que se podía asegurar que no había dragones en el Reino y eso era algo bueno. Con la enfermedad del Rey las fronteras se están debilitando de forma paulatina y algunos temen la vuelta de los antiguos dragones... O quizás de jóvenes e impetuosos dragones ansiosos de hacerse con unas tierras para sí mismos. Por ahora todo entra dentro del terreno de las conjeturas, pero algunos aseguran haber visto sombras entre las nubes...
Y con esto acabaría la entrada de hoy. Espero que os haya gustado.
¡Nos leemos!
Aunque no tenga nada que ver me acabas de recordar un magnifico podcast de identico nombre que precisamente comienza con lo de "Cuando los cartografos del renacimiento...
ResponderEliminarSí, vaya, era un término bastante utilizado... Y con lo que mola, ¿por que no robarlo para nuestras partidas?
Eliminar¡Gracias por comentar!
Me están encantando estas entradas, ¡espero que haya más!
ResponderEliminarPues a decir verdad, como ya anuncié en la de las Fuerzas, creo que voy a dejar descansar un tiempo al Reino... No se si ahora o si saldrá alguna más, pero ya veré. Aún así me alegra que te guste, a mi también me está gustando mucho escribirlas.
Eliminar¡Gracias por comentar!
Los dragones no pueden faltar en un entorno de fantasía...me gusta el aire independiente y carácter caprichoso que les otorgas, eso puede convertirlos en un peligroso adversario o en un poderoso aliado. Muy buena entrada!
ResponderEliminarCreo que un dragón tiene la capacidad de crear toda una aventura, si no toda una campaña, alrededor de sí mismo. Cuando los ponen 'a patadas', si no está hecho expresamente con ese carácter (como en la Dragonlance) siempre quedan... raros.
EliminarSea como sea, ¡gracias por comentar!